En Gran Bretaña, en el año 1920, Harold Abrahams y Eric Lidell eran dos corredores excepcionales. Sus motivos para correr eran tan diferentes como sus pasados: cada uno tenía su propio Dios, sus propias creencias y su propio concepto del triunfo.
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Grandiosa banda sonora de Vangelis que acompaña a la película a la perfección.
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